«Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, se afanaba en buscar soluciones a los mismos.Pasaba horas y horas en su laboratorio buscando respuestas a sus dudas.

Un día su hijo de siete años decidió entrar en el laboratorio decidido a ayudarle a trabajar. El científico trató de que el niño volviera a sus juegos y le dejara solo, pero no lo conseguía. Entonces encontró una revista con un anuncio en el que un mapa del mundo ocupaba toda una página.

Con unas tijeras recortó el mapa en varios trozos y se los dio junto con un rollo de celo diciéndole:

– Como sé que te gustan los rompecabezas te voy a dar el mundo roto para ver si eres capaz de arreglarlo sin la ayuda de nadie.

El científico pensó que por el tamaño de los fragmentos del mapa el niño estaría días hasta conseguir recomponerlo, así que su sorpresa fue mayúscula cuando a los cinco minutos escuchó la voz del niño:

– Papá, papá, ya lo he acabado.Levantó la vista pensando en encontrarse el mapa mal hecho, pero sin embargo el mapa estaba perfecto.

– Hijo mío. Si tú no sabes cómo es el mundo, ¿cómo has conseguido rearmar el mapa?

– Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre.

Así que di vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había arreglado el mundo.»

¡Quién fuera niño para pensar de forma diferente cada vez que realizamos una misma tarea!

Esta historia del científico y el niño reflejan claramente lo que la mayoría de los adultos haríamos, que sería intentar resolver el puzzle, ya que nos hubiera pasado 100% desapercibida la imagen de la parte de atrás del mismo y por tanto el resolver el puzzle con un dibujo más sencillo.

Con el paso de los años y los hábitos adquiridos es complicado realizar tareas pensando de forma diferente. A los niños nadie les ha hablado del pensamiento lateral, de la creatividad o de la innovación y sin embargo piensan de forma diferente, son tremendamente creativos y altamente innovadores.

Son varios los motivos que poco a poco nos hacen realizar las mismas tareas de forma repetitiva. Por un lado la gran cantidad de «nos» que recibimos de niños hacen que no nos preocupemos por ver las cosas de forma diferente, sino de hacerlas de la forma que nos educan. Con ello no quiero decir que no haya que decir «no» a los niños pero si utilizar menos veces ese monosílabo que tanto daño hace en nuestra forma de ver las cosas de manera diferente.

La verdad es que yo me esfuerzo cada día por intentar decirla la menos posible, pero la verdad es que los años y la educación recibida hace que salga con facilidad. Existen otros métodos educativos centrados mucho más en los aspectos positivos y en las aptitudes de cada persona.

También el modelo del sistema educativo actual centrado más en los conocimientos que en las aptitudes no favorecen en absoluto el pensamiento lateral de los niños, adolescentes y después adultos. En el sistema educativo en la mayoría de los casos sólo hay una forma de realizar las cosas y a todos se nos evalúa con los mismos criterios.

Aunque esto haya sido así no permitas creer que no puedes cambiar y que no puedes hacer las cosas de manera diferente. Yo me he dado cuanta de que cuantas más cosas hago de forma diferente a lo habitual , mas aumento mi capacidad de aprendizaje y más aumenta la posibilidad de que ocurran cosas diferentes.

Te animo a probar a intentar a hacer de forma diferente al menos un par de tareas o acciones que llevas años realizando de la misma forma.

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