«Emocionado ante la idea de ver el castillo, el caballero apuró el paso. Llegó a la cima del monte sin aliento. Era verdad, el castillo se veía a lo lejos, bloqueando el sendero por completo. El caballero les confesó a Ardilla y a Rebeca que estaba decepcionado. Había esperado una estructura más elegante. En lugar de eso, el Castillo del Silencio parecía uno más.

Rebeca rió y dijo:
– Cuando aprendáis a «aceptar» en lugar de «esperar», tendréis menos decepciones.
El caballero asintió ante la sabiduría de estas palabras.
– He pasado casi toda mi vida decepcionándome. Recuerdo que estando en la cuna pensaba que era el bebé más bonito del mundo. Entonces mi niñera me miro y me dijo: «Tenéis una cara que sólo una madre podría amar». Me sentí decepcionado por ser feo en lugar de hermoso, y me decepcionó que la niñera fuera tan poco amable.
– Si realmente os hubierais sentido hermoso, no os hubiera importado lo que ella dijo. No os hubierais sentido decepcionado – explicó Ardilla

Esto tenía sentido para el caballero.
– Estoy empezando a pensar que los animales son más listos que las personas.
– El hecho de que podáis decir eso no os hace tan listo como nosotros – replicó Ardilla
– No creo que todo esto tenga nada que ver con ser listo -dijo Rebeca-. 

Los animales «aceptan» y los humanos «esperan». Nunca oiréis a un conejo decir: «Espero que el Sol salga esta mañana para poder ir al lago a jugar». Si el Sol no sale, no le estropeará el día al conejo. Es feliz siendo conejo.

El caballero pensó en esto. No recordaba a ninguna persona que fuera feliz simplemente por ser una persona.

El pasado 25 de Febrero, día de mi cumpleaños, dos buenos amigos me regalaron el libro «El caballero de la armadura oxidada» de Robert Fisher. Libro del que esta extraído este extracto introductorio.

¿Cuantas personas conocéis que viven decepcionadas continuamente y enfadadas con cada momento de la vida porque siempre están esperando algo? ¿Cuántos amigos tenéis que dejan de hacer cosas porque no se dan los elementos que habían esperado? o ¿De cuántos conocidos sabéis que dejan de actuar porque otros les dicen que no se dan las condiciones óptimas para algo?

Para ser más felices y para conseguir las metas de cada uno es necesario no esperar tanto y aceptar las cosas como vienen para poder disfrutar al máximo de cada momento:

1- Disfruta de cualquier cosa que te ilusione independientemente del entorno.
Hay personas que antes de salir de vacaciones y ya montados en el coche para disfrutar de una fantásticas vacaciones o un maravilloso fin de semana esperan unas condiciones temporales, un volumen de tráfico o cualquier otro elemento pautado en su imaginación. Sin embargo cuando no se dan las circunstancias que ellos esperaban, se decepcionan y bloquean, no disfrutando de las vacaciones o incluso cancelando las mismas. Empresarialmente ocurre algo parecido. ¿cuántas veces no realizamos por ejemplo una acción comercial porque pensamos que no nos van a atender o porqué pensamos que es una acción más floja que la de la competencia?

No hay entorno bueno o malo sino diferente. En el deporte por ejemplo, cuántas veces he tenido que lidiar para salir a correr con compañeros que decían que llovía demasiado o hacía demasiado frío en invierno. O por contra que hacía demasiado calor para correr o que el día era tan estupendo que era mejor ir a tomar algo en vez de  ir a correr. Por esa regla, ¿cuándo se disfruta de correr? ¿a 22,5 grados, sin gente por la calle y sólo cuando se está aburrido? Si se espera demasiado nunca se darán las condiciones para hacer algo. O si se dan, estarás continuamente decepcionado.

¿No es más fácil aceptar que se puede disfrutar de los momentos y de las personas con las que los compartes, independientemente de las circunstancias?. Te animo a que a partir de ahora no planifiques tanto y simplemente actúes independientemente de las condiciones del entorno. Las empresas deberían actuar igual y desarrollar sus estrategias de negocio para crecer más allá de las circunstancias del entorno en el que se ubiquen. Esto por supuesto analizando previamente el entorno en el que se mueven.

2- No permitas que nadie te diga que no se dan las condiciones óptimas para hacer algo.
Superada la barrera de esperar tanto, y simplemente aceptar lo que viene con buen grado, siempre hay alguien maravilloso y cercano que nos recuerda que hay algún elemento que no nos va a permitir disfrutar al máximo de lo que deseamos. ¿Que debemos hacer?, pues escuchar pero actuar. Es decir, somos nosotros los que tomamos las decisiones y los que hemos decidido que para disfrutar no hay nada mejor que «aceptar» y que aceptarse a uno mismo.

Este tipo de personas que esperan continuamente, y que además hacen comunicación de ello, son personas tóxicas personal y empresarialmente. Son personas que viven decepcionadas continuamente y amargadas porque no han podido hacer algo que les apasionaba porque el entorno se lo ha impedido. Es como si en algún lugar muy lejano hubiera algo o alguien que le impide a uno disfrutar como persona y de los éxitos empresariales.

3- No te decepciones porque no se den los elementos que esperabas para poder disfrutar de algo que te apasiona.

También es verdad que aunque no esperemos, las cosas no siempre salen bien. Es importante por ello intentar vivir las decepciones o los fracasos con la mejor actitud posible. La actitud la elegimos nosotros y eso nos puede hacer que afrontemos una misma circunstancia de forma muy diferente al resto de las personas. El afrontar este tipo de situaciones con la mejor actitud nos penaliza lo menos posible para poder iniciar nuevos retos personales o profesionales.

Al final, valórate como persona y analiza si eres de las personas que esperan y se decepcionan constantemente o eres de las personas que cada vez se aceptan y aceptan al entorno. Siempre estás a tiempo de avanzar para disfrutar aceptando y gestionando cada vez mejor las decepciones.

Os recomiendo también de paso leer el libro «El caballero de la armadura oxidada» y que si teneis niños pequeños se lo leais cada día un poco. Yo voy por la mitad y cada día se lo estoy leyendo a mis cinco niños y la verdad que están disfrutando mucho con el mismo. Estamos donde el caballero empieza a perder parte de la armadura por haberse oxidado. Chicos, chicas, hoy nos toca el Castillo del Silencio.